Del Just In Case al Just In Time
Hace poco estaba escuchando un podcast muy interesante, en el que resumen en una frase muy simple una de las raíces de los grandes cambios que estamos enfrentando como sociedad: estamos pasando del “just in case” al “just in time”. Se puede traducir como: del “por las dudas” al “justo a tiempo”. Esta frase suena muy simple y sin embargo tiene muchas derivadas que pueden ayudarnos a entender mejor nuestra realidad.
Solo por las dudas (JIC)
El modelo mental dominante en la sociedad, hace no mucho tiempo, era el “por las dudas”, y la mejor forma de prepararse para cualquier situación era acumular conocimientos y bienes materiales por si en algún momento pudieran ser útiles. Las empresas, por ejemplo, almacenaban grandes inventarios o invertían años en desarrollar productos perfectos, temiendo que un paso en falso las dejara rezagadas. Este enfoque ofrecía seguridad, pero a un costo alto en tiempo y dinero.
Las personas también adoptaban esta mentalidad: estudiaban carreras "por si acaso", mantenían relaciones "por si acaso", y acumulaban posesiones "por si acaso". Esta forma de pensar, aunque comprensible en su momento, generaba una sobrecarga mental y material que no necesariamente se traducía en mejores resultados. En retrospectiva, podemos ver que este modelo mental nos llevaba a tomar decisiones basadas más en el miedo a la escasez que en las necesidades reales.
Se me viene a la mente una historia que escuché en otro podcast (*), la narraba un nieto apenado, después de encontrar un hermoso mantel, que había sido regalado a su abuela el día de su boda. La abuela lo había guardado en un placar con la excusa de usarlo en una “ocasión especial”. La historia continúa contando que ni el nieto, ni sus padres, habían conocido este mantel, ni sabían de su existencia, lo habían encontrado al vaciar el placar, entre las pertenencias de la abuela, después de que ella había muerto, sin nunca haber usado el mantel, que ahora estaba arruinado por haber pasado tanto tiempo guardado.
Justo a tiempo
Era la segunda vez que se veían, un grupo de estudiantes de ingeniería muy nerviosos se presentaba por segunda vez a una entrevista virtual, sin haber tenido la más mínima devolución desde la primer entrevista. La persona que los entrevistaba era la misma que la vez anterior, y les recordaba detalles de lo charlado, cuando uno de los estudiantes lo interrumpió para decirle que había aprendido a usar el software mencionado en la última entrevista. El entrevistador se frenó en seco, parecía sorprendido, el estudiante sonreía a la cámara, incómodo, sentado en un departamento chiquito. “¿Aprendiste a usar el programa después de la entrevista?”, preguntó confundido. “Si, cuando lo mencionaste me llamó la atención no haber escuchado hablar del software antes. Descubrí que la empresa que lo creó ofrece cursos gratuitos, así que me inscribí y empecé a aprender. Todavía no terminé el curso, pero aprendí las bases sobre qué se puede hacer y cómo funciona”.
El estudiante era yo, y después de esa entrevista no volví a escuchar de la empresa, pero eso no es lo importante. Como no volví a escuchar de la empresa, ni tampoco veía un gran valor en el uso del software, no me molesté en terminar el curso. En su momento no reflexioné mucho sobre lo que había pasado, pero me parece que funciona como el ejemplo perfecto para demostrar las nuevas ideas del “Justo a tiempo” (si entraba en la empresa, sabría usar el software que necesitaban) en contraposición al “Por las dudas” (como no parecía útil, no continué el curso).
Sabiduría oriental
La filosofía JIT (Just in Time) tiene sus orígenes en Japón, durante la década de 1950, como parte del desarrollo del Sistema de Producción Toyota (TPS), liderado por Taiichi Ohno y otros ingenieros de la compañía, con el objetivo de optimizar la eficiencia, reducir desperdicios y mejorar la flexibilidad en la fabricación.
En el Japón de mediados del siglo XX, un país devastado que se recuperaba de la Segunda Guerra Mundial, las empresas enfrentaban dos grandes desafíos: la escasez de recursos y la falta de espacio. Inspirados por metodologías extranjeras de abastecimiento y manufactura, y guiados por principios japoneses que luego se formalizarían en la filosofía "Kaizen", los ingenieros liderados por Taiichi Ohno desarrollaron los principios de la manufactura Lean, concentrándose en la eliminación de los desperdicios.
No es exagerado decir que, en un período de bajo crecimiento, el desperdicio es un crimen contra la sociedad más que una pérdida financiera. Eliminar el desperdicio debe ser el primer objetivo de una compañía.
Taiichi Ohno - The Toyota Production System
La aplicación de estos principios en contextos modernos puede generar transformaciones profundas, no solo en la industria sino también en nuestra vida cotidiana. Al igual que Toyota revolucionó la manufactura eliminando desperdicios, nosotros podemos revolucionar nuestra forma de vivir eliminando aquello que no agrega valor. Esta filosofía de optimización y mejora continua resulta especialmente relevante en un mundo donde los recursos, especialmente el tiempo y la atención, son cada vez más escasos.
Enfoque práctico
Podemos encontrar similitudes entre los problemas de Japón a mediados del siglo XX y los problemas que enfrentamos en la sociedad occidental actual (a mi también me suena rara esa oración pero tiene sentido si seguís leyendo).
En la actualidad, en lugar de falta de espacio físico, muchas personas se enfrentan diariamente a la escasez de tiempo, la sobrecarga de información y a presiones económicas. Las redes sociales, las expectativas laborales y la cultura de la inmediatez generan un "inventario excesivo" de distracciones, compromisos y ansiedad. Al igual que Japón en su momento, necesitamos maximizar el valor de nuestros recursos limitados: tiempo, energía y atención.
En Lean, el valor se define desde la perspectiva del cliente. En tu vida, el "cliente" sos vos. Preguntate: ¿Qué es lo que realmente valoro? ¿Salud, relaciones, crecimiento personal, creatividad? Eliminar desperdicios se traduce en reflexionar sobre nuestras prioridades y eliminar actividades que no se alineen con ellas. Por ejemplo, reducir el tiempo en redes sociales si no contribuye a tu bienestar. Usar un diario o una lista para mapear cómo gastas tu tiempo y energía, identificando "desperdicios" como hábitos que te distraen de tus metas. Al enfocarte en lo que importa, liberas tiempo y energía para lo que te hace feliz y productivo.
JIT implica producir solo lo necesario, cuando se necesita. En la vida, esto se traduce en actuar con intención y evitar acumular compromisos o preocupaciones innecesarias. Para aplicarlo, practica la gestión del tiempo, a través la planificación y la priorización de actividades. Evita la multitarea y céntrate en una cosa a la vez, respondiendo a las demandas (como correos o mensajes) solo cuando sea necesario. Simplifica tu entorno: elimina objetos que no usas y organiza tu espacio para reducir distracciones. Vivir "justo a tiempo" reduce el estrés y te permite estar presente, maximizando la calidad de cada momento.
Kaizen promueve pequeñas mejoras constantes. En lugar de cambios drásticos, se trata de ajustar hábitos gradualmente. Para aplicarlo, establece metas pequeñas y alcanzables. Por ejemplo, si queres leer más, empeza con 5 minutos al día en lugar de una hora. Reflexiona regularmente sobre qué funcionó y qué no, ajustando tus rutinas. Involucra a otros: comparte tus metas con amigos o familiares para obtener apoyo, similar a los círculos de calidad en Toyota. Los pequeños cambios acumulados generan grandes resultados sin abrumarte, fomentando un crecimiento sostenible.
Pero por si acaso
Si bien el modelo JIT ha demostrado ser muy efectivo en muchos aspectos de nuestra vida, existen situaciones donde el enfoque "Just in Case" sigue siendo fundamental. Por ejemplo, en el ámbito financiero, tener un fondo de emergencia es una práctica prudente que nos protege contra imprevistos como la pérdida del empleo o gastos médicos inesperados. De manera similar, la planificación para el retiro requiere una mentalidad de previsión a largo plazo, donde comenzar a ahorrar e invertir temprano es crucial para asegurar nuestro bienestar futuro.
También hay otros escenarios donde el JIC es invaluable: mantener un seguro de vida o de salud, tener copias de seguridad de documentos importantes, o incluso almacenar suministros básicos en caso de emergencias naturales. La clave está en encontrar un equilibrio inteligente entre ambos enfoques, aplicando el JIT donde nos ayude a ser más eficientes y mantener el JIC en aquellas áreas donde la precaución y la preparación anticipada son fundamentales para nuestra seguridad y bienestar.
Una vida Kaizen
Así como Japón transformó sus limitaciones en una ventaja competitiva, nosotros podemos convertir los desafíos del mundo moderno en oportunidades para vivir con más claridad y propósito. Las filosofías Lean, JIT y Kaizen nos invitan a eliminar lo que no aporta valor, liberar tiempo y energía, y enfocarnos en lo que realmente importa: salud, relaciones, creatividad. Al adoptar un enfoque "justo a tiempo", no solo optimizamos nuestra vida, sino que abrimos espacio para soñar, crear y conectar. ¿Qué harías con el tiempo que ganás al vivir más ligero?
Desafío para hoy: Hacé una lista de tus "desperdicios" personales (actividades, objetos o compromisos que no suman valor) y elegí uno para eliminar esta semana. Si queres, podes compartirme qué cambiaste y cómo te sentiste a través del mail al final de esta página.
(*) Me gustaría poder citar los podcasts que menciono, pero no logré rastrearlos. Si los encuentro, actualizo el artículo con las fuentes. Si reconocés estas historias de algún podcast, ¡escribime al mail al final de la página para ayudarme a citarlos!